Los resultados de las elecciones en los Estados Unidos han puesto al mundo a la expectativa. Donald Trump, con la impetuosidad que lo caracteriza, ha provocado un sinnúmero de opiniones y planteamientos de todo tipo. Fuerte, arrogante, desafiante, impredecible, son las características que más definen a este personaje político en este Siglo 21.
Aprovechándose de la debacle social que hace temblar los cimientos en USA, se ha dirigido Trump a esa población votante que ansía tener todo ese poder que poco a poco se le va de las manos, cual torrente que se desplaza inevitablemente por el camino del porvenir, para bien o para mal de todos.
La realidad mundial es otra, y él lo sabe, por más que se esfuerce él sabe, tal vez mas que nadie, que la hegemonía del gran país del Norte está en decadencia. Tratará, a través de los medios de que disponga de cambiar esta tendencia de la naturaleza política de revertir los cambios, que inevitablemente ya se están sintiendo y experimentando.
Los conflictos bélicos en Ucrania y el torbellino en el mal llamado Medio Oriente, con la probada mil veces masacre del gobierno israelí contra los palestinos, más el enfrentamiento en el Líbano, incluyendo la promesa de deportar a millones de indocumentados, sobre todo los que arribaron por la famosa “vuelta de México” pasando por la selva del Darién son pruebas delicadas con las que tendrá que lidiar el gobernante de las corbatas rojas.
Por más que trate el susodicho personaje, las leyes de la Historia son inevitables; el imperio Romano, el Imperio Inglés, el Español, el de los Mongoles, el de los Árabes y otros más que han existido, decayeron, se derrumbaron, desaparecieron, dejando tras de sí, nuevas oportunidades y planes para la existencia misma de la humanidad. El cambio, inevitable para esta realidad tridimensional en la que vivimos, nada lo evita, porque esa es la esencia misma de la realidad.
Con todo lo bien intencionado que esté Trump, el poder que otrora se vanagloriaba Estados Unidos, quedará registrado en los anales de los acontecimientos como algo ya vivido, aprovechado y muchas veces utilizados para sus fines egoístas, con toda esa riqueza y magnificencia que aun exhiben en sus grandes y hermosas ciudades a todo lo largo de sus 50 Estados y aquellos que disfrutan de su ayuda económica, política e influencia.